22 - 06 - 2017

El duelo y su impacto colectivo


Determinados eventos de violencia dejan severos daños en las personas que resultan víctimas directas, sin embargo, dadas sus características: negativos, extremos, inusuales, inesperados, con pérdidas desde el punto de vista material y simbólico, que amenazan la integridad personal, la libertad y hasta la vida de las personas, su impacto trasciende la esfera individual para convertirse en una experiencia traumática con implicaciones colectivas.  

Los disturbios civiles, las guerras, las muertes, las violencias y los daños masivos a la infraestructura de una comunidad o sus propiedades provocan un trauma moral e incluso ideológico, a través de desacuerdos, conflictos y censuras, e interpretaciones que la sociedad les confiere. Pese a esta diatriba desde el punto de vista simbólico y de significados, lo que no es posible negar es que existe un número de personas afectadas de manera directa, cuya cotidianidad ha sido afectada y para quienes estas experiencias han dejado pérdidas incluso irreparables como la muerte de un ser querido.

Los hechos represivos colectivos afectan la visión general de la sociedad, especialmente afecta la visión que tienen de sí mismos los ciudadanos y ciudadanas, sobre las instituciones y sobre el futuro común. En ese sentido, las pérdidas o el temor a ellas son experiencias cargadas de pensamientos y emociones muy intensas, las cuales llevan a implicaciones desde el punto de vista del comportamiento de las personas y los grupos.

El duelo puede definirse como el proceso por el que atraviesa una persona ante la muerte de un ser querido o ante una pérdida. Es un proceso,  una serie de etapas o fases que conducen a la superación o aceptación de la pérdida. La persona sufre un momento de embotamiento en el que niega lo ocurrido. Llega a poner en duda o no aceptar la realidad que le resulta intensamente dolorosa. Es posible que durante unas semanas sus funciones cognitivas se vean disminuidas, experimente dificultad para concentrarse, se sienta dispersa, poco atenta a su entorno o extremadamente alerta. La memoria también se ve afectada, es posible que hasta incluso aspectos simples como: nombres, teléfonos, datos, direcciones, fechas sean difíciles de recordar.

También los procesos de duelo se caracterizan por la fuerte carga emocional que se experimenta, inicialmente confluyen sentimientos como la rabia,  la tristeza, el dolor, la desesperación, desconfianza, sensación de inseguridad. Las personas temen ser dañadas o lesionadas de nuevo, o temen que ocurra una nueva experiencia de terror y trauma a alguien de la familia, lo que genera dependencia, hipersensibilidad ante los recuerdos de la historia compartida con quien o quienes ya no están entre nosotros producto de una muerte violenta.

La afectación en las personas pasa también por cambios en la forma de comportarse o conducirse frente al entorno. Experimentan cambios en sus patrones de sueño y alimentación. En ocasiones sienten deseos de aislarse o incluso de intentar reparar o cubrir el vacío que ha dejado la pérdida. Aparecen deseos de venganza o de buscar culpables o formas de obtener justicia.

Frente a estas reacciones la ausencia de apoyo social por la negación de los hechos traumáticos refuerza la sintomatología. Pero hay manera de mitigarla. Los rituales o conmemoraciones, los funerales, facilitan la asimilación de la pérdida.  Se puede honrar la memoria de las personas fallecidas, y permite elaborar la muerte como algo real e irreversible. Los rituales o ceremonias públicas permiten la expresión pública del dolor y favorecen las etapas asociadas al  duelo; protegen contra el aislamiento social, refuerzan las reacciones emocionales y estimulan la cohesión social.

Algunas recomendaciones para sobrellevar el impacto del duelo con implicaciones colectivas:

  1. Comprender que el dolor es natural, a pesar de que los sentimientos son poderosos y se vivan como destructivos.
  2. Entender que el duelo es una reacción aunque muy intensa, es natural ante la muerte de un ser querido una persona relevante para un grupo o colectivo, y que la mayor parte de las personas lo resuelven sin necesidad de ayuda profesional.
  3. Que en la medida de que tratemos de buscar respuestas y somos activos en el proceso de re-significar la experiencia de violencia y pérdida, tendremos mayor control sobre la situación.
  4. Es posible que durante meses esté recordando la situación de violencia experimentada o presenciada, y en especial, que pasee por recuerdos, en algunos casos negativos, en otros positivos, de su relación con el fallecido o su postura frente a los hechos. Esta reacción es esperada.
  5. Es normal que se den conversaciones frecuentes y reiterativas de cómo sucedieron los hechos, detalles, entre su familia y amigos. Es importante que comprenda a quienes le rodean, todos a su manera intentan elaborar o darle un lugar a sus pensamientos y emociones asociados a la pérdida o a la  violencia experimentada.
  6. Permítase llorar en el momento que así lo desee, comprobará que luego se sentirá más desahogado y relajado.
  7. Mantenga hábitos saludables y evite el uso de drogas, cigarrillo, ingesta de bebidas alcohólicas o automedicación como medidas para manejar el dolor.
  8. Atienda su vida diaria y manténgase involucrado en lo que es importante para usted, su familia y amigos.
  9. NO tome decisiones importantes cuando esté alterado (a).
  10. Conserve buenos hábitos de alimentación y descanso; la ansiedad incrementa dramáticamente  cuando las personas no duermen o no comen adecuadamente.
  11. Haga una lista que le permita ordenar las cosas por hacer y fije prioridades (metas a corto y largo plazo).
  12. Mantenga en su rutina diaria momentos para las actividades que le agraden, sobre todo las relacionadas con su arreglo personal, recreación o distracción, deporte, descanso y relajación.
  13. Si nota que sus reacciones afectan su rutina, impiden el desarrollo de sus actividades, y afectan de manera significativa su relación con los otros, busque ayuda profesional.
  14. Comparta estas recomendaciones entre sus conocidos y  otros miembros de la familia.