Paz y derechos humanos: relación necesaria para la convivencia de toda sociedad
La paz y los derechos humanos deben forjarse en una relación necesaria e indestructible, y eso implica tomar partido por el fin de la guerra, proponer la eliminación de toda estructura tendiente a provocar daño, a destruir, a violentar.
La paz, en alianza con los derechos humanos, no podrá hacerse eco de discriminaciones, ni proponer nuevas formas de exclusión. No puede haber ganadores ni perdedores. Promueve la inclusión dentro de la sociedad y la reparación a las víctimas.
Los derechos humanos y la paz son una convocatoria a pensar, hablar e idear formas más armónicas de convivencia y en ese ejercicio de imaginar sociedades más justas surge la cultura de la paz y su estrecha relación con los derechos humanos porque cuando se promueve la comprensión, el respeto y la solidaridad, en realidad se propicia el logro de una convivencia más justa, libre y respetuosa de la dignidad humana.
Todo eso depende de una tarea compleja que requiere el compromiso de las autoridades y el apoyo de todos para generar cambios estructurales que faciliten la convivencia, el arreglo pacífico de los conflictos, el respeto y el entendimiento mutuo, la promoción de la democracia, la plena vigencia de los derechos humanos y las libertades, la construcción del diálogo, la negociación, la búsqueda de consenso, la promoción del desarrollo económico y social, la eliminación de toda forma de discriminación, entre otras muchas acciones.
La paz también persigue eliminar todas las manifestaciones de racismo, xenofobia, marginación, discriminación e intolerancia. Fortalecer la educación para la democracia, la responsabilidad cívica, el pensamiento crítico, la tolerancia y la solución no violenta de los conflictos.
La educación para la defensa y promoción de los derechos humanos promueven una ciudadanía consciente de sus derechos y responsabilidades, aspectos esenciales para la construcción y mantenimiento de una paz duradera.
La Asamblea General de las Naciones Unidas consagró el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz, para el fortalecimiento de los ideales de paz, entre todas las naciones y todos los pueblos. El propósito fundamental es impedir la formación de una cultura de violencia. La meta, en efecto, es esencialmente opuesta, es promover la construcción de una cultura de paz.
¿Y qué significa una cultura de paz? ¿Cómo se convierte ese concepto en una realidad? ¿Cómo pueden contribuir los ciudadanos? La cultura de paz, de acuerdo con las Naciones Unidas, supone ante todo un esfuerzo generalizado para modificar mentalidades y actitudes. Significa prevenir los conflictos que puedan engendrar violencia y restaurar la paz y la confianza en poblaciones que han vivido en guerra o muy cerca de ella.
En realidad, la cultura de paz trasciende los límites de los conflictos armados para hacerse extensiva en todos los espacios posibles: las escuelas y los lugares de trabajo del mundo entero, los parlamentos y las salas de prensa, las familias y los lugares de recreación.
Este año la campaña se titula “Juntos por la paz: Respeto, seguridad y dignidad para todos”, en sintonía con el espíritu de JUNTOS, una iniciativa mundial cuyo objetivo es que las personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor disfruten del respeto y la seguridad y vivan dignamente.
JUNTOS se lanzó durante la Cumbre para Refugiados y Migrantes celebrada el 19 de septiembre de 2016 y reúne a todo el sistema de las Naciones Unidas, los 193 Estados Miembros, el sector privado, la sociedad civil, las instituciones académicas y la ciudadanía para apoyar la diversidad, la no discriminación y la aceptación de los refugiados y migrantes.
En palabras del Secretario General, António Guterres, “En tiempos de inseguridad, las comunidades de apariencia diferente se convierten en chivos expiatorios. […] Debemos resistir frente al cinismo que divide a las comunidades y nos presenta a nuestros vecinos como ‘los otros’. La discriminación nos denigra a todos e impide que las personas y las sociedades alcancen su pleno potencial. […] Juntos, hagamos frente a la intolerancia y defendamos los derechos humanos. Juntos, construyamos puentes. Juntos, convirtamos el miedo en esperanza”.
Este año, el Día Internacional de la Paz se centrará en movilizar a la ciudadanía mundial para que muestre su apoyo a los refugiados y migrantes. La idea es compartir sus mensajes, tanto con las comunidades que acogen a estas personas desplazadas, como con aquellos que consideran que amenazan su seguridad física y financiera.
En la celebración, se destacará el valor de la solidaridad y se mostrarán los beneficios que los migrantes aportan a las economías y los países, además de abordar las preocupaciones legítimas de las comunidades de acogida. En realidad, se trata de reunir a todos y recordar nuestra humanidad.