14 - 12 - 2018

“Nosotros los pueblos”: principio fundamental de la democracia


Es curioso, cuando los fundadores de las Naciones Unidas redactaron en 1945 la Carta (Instrumento constituyente de la ONU, la cual determina los derechos y las obligaciones de los Estados Miembros), no incluyeron la palabra democracia. Muchos de los Estados Miembros no la adoptaron como su sistema de Gobierno, y aunque otros la reclamaron, no la practicaron.

Sin embargo, las palabras iniciales de la Carta, “Nosotros los Pueblos”, reflejan el principio fundamental de la democracia de que la voluntad del pueblo es la fuente de legitimidad de los Estados soberanos y, por consiguiente, de las Naciones Unidas en su totalidad.

También, años después de esa omisión, la democracia hasta celebra su Día, cada 15 de septiembre, el cual se asume como una oportunidad para examinar el estado de la democracia en el mundo. La idea, además, es que la conmemoración sirva para promover buenos gobiernos, monitorear elecciones, apoyar a la sociedad civil, fortalecer las instituciones, garantizar la libre determinación de los países y redactar nuevas constituciones en las naciones post-conflicto.

Se espera, asimismo, que cuando se hable de democracia no se remita a un término hueco, sino que signifique una vinculación estrecha a valores y principios básicos universales e indivisibles de las Naciones Unidas, que implique una estrecha adhesión a las leyes y al ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Se supone, además, que, en democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales son respetados, se estimula el hecho de que las personas vivan con dignidad, y que los individuos participen en las decisiones que afectan a sus vidas y puedan exigir cuentas a quienes las toman.

De hecho, la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General en 1948, proyectó claramente el concepto de democracia al declarar “que la voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno”. La Declaración especifica los derechos que son esenciales para una participación política eficaz. Desde su aprobación, la Declaración ha inspirado la elaboración de constituciones en todo el mundo y ha contribuido notablemente a la aceptación mundial de la democracia como valor y principio básico universal.

«La voluntad del pueblo será la base de la autoridad del gobierno», es la frase de la Declaración Universal de derechos humanos (artículo 21,3), que ha promovido la creación de la Constitución en todo el mundo y ha contribuido a la aceptación global de los valores y principios democráticos.

Por otra parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) establece la base jurídica de los principios de democracia con arreglo al derecho internacional, en particular:

La libertad de expresión (Artículo 19); la libertad de reunión pacífica (Artículo 21); el derecho a la libertad de asociación con otras personas (Artículo 22); el derecho y la oportunidad de tomar parte en la conducción de los asuntos públicos, directamente, o por conducto de representantes libremente elegidos (Artículo 25); el derecho al voto y a ser elegido en elecciones periódicas genuinas que se realizarán mediante el sufragio universal e igual y tendrán lugar por voto secreto, garantizando la libre expresión de la voluntad de los electores (Artículo 25).

El Pacto es vinculante para aquellos Estados que lo han ratificado. Hasta julio de 2015, el número de partes del pacto era de 168, lo que constituye aproximadamente el 85% de los Miembros de las Naciones Unidas.

De cualquier forma, es importante destacar que las Naciones Unidas no aboga por un modelo específico de gobierno, pero promueve los gobiernos democráticos como un conjunto de valores y principios que deberían seguirse para una mayor participación, igualdad, seguridad y desarrollo humanos.

Y esa promoción cobra más sentido hoy en día ante los sistemas democráticos débiles que abundan en el mundo y que amenazan el respeto de los derechos humanos. En ese sentido,  la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) tratan de abordar esas dificultades con la protección de los derechos humanos; la creación de sistemas nacionales de derechos humanos más fuertes; la implementación de las recomendaciones de la Revisión Periódica Universal; la inclusión de los segmentos de la sociedad más vulnerables y en situación de desventaja para reivindicar sus derechos; y la promoción de la conciencia y educación en derechos humanos.

En las democracias en transición y los países que emergen de conflictos, se promueve la conformación de un poder judicial fuerte e independiente, un parlamento representativo, eficiente y responsable, una institución nacional de derechos humanos independiente y eficaz, y una sociedad civil dinámica.