24 - 09 - 2020

«DAMOS LAS GRACIAS POR UN DÍA MENOS»


La mañana del 26 de abril de 2017 los padres de Juan Pablo Pernalete LLovera lo dejaron en el gimnasio como todos los días. De allí se fueron a buscar los medicamentos para la tensión de José, el padre, haciendo un recorrido por varias farmacias. Cerca del mediodía su hijo les llamó para pedirles que lo acercaran hasta el lugar de las protestas que tenían lugar casi a diario por esas fechas en Caracas y varias ciudades del país. Estaba en casa. Como ellos hacían una cola para comprar la medicina, que irónicamente no alcanzaron a adquirir, finalmente no se encontraron. Él decidió no esperarles e irse con sus amigos a la manifestación.

Alrededor de las 3:00 p. m. Elvira recibió la llamada de una amiga que le advirtió que a Juan Pablo lo habían llevado para Salud Chacao, institución donde solían atender a los heridos de las manifestaciones: “Lo que más miedo tenía en ese momento era que lo agarraran preso y le quebraran el spíritu”. Su esposo le dijo que seguramente le habían dado un golpe pero que, como era un atleta, “nos lo traemos a casa y listo”.

Atrapados en el tráfico, decidieron que Elvira se adelantara. Ella le pidió a un motorizado que la acercara hasta el lugar donde le habían dicho que staba Juan Pablo. Al llegar la hicieron pasar y el alcalde del municipio en el que ocurrieron los hechos la recibió y le dijo: “Tienes que ser fuerte, tu hijo está muerto”.

(…)

Y es que, además de proyectos, Juan Pablo tenía muchas preocupaciones. Vivía el día a día de una Venezuela difícil. Veía a los niños comer de la basura, a las mascotas abandonadas, había sido víctima del hampa en tres ocasiones, no encontraba la medicina de su hermana de crianza que padecía de cáncer. Se indignaba, sufría. Al comenzar las protestas de abril de 2017 las razones para participar lo rebasaron: “Sentía que era lo mínimo que podía hacer”. Cuando empezaron a ser asesinados jóvenes en las manifestaciones, los padres de Juan Pablo se asustaron. Le transmitieron su angustia. Temían por su seguridad.

—Me dijo: “Tranquilo papá a mí no me va a pasar nada, no te preocupes. Pero tenemos que levantar la voz. Estamos ejerciendo un derecho, el derecho a manifestar, a que nos escuchen, a que haya un cambio, tiene que existir un cambio”. ¿Cómo paras tú a un muchacho de esos?

Textos: Carmen Alicia Mendoza/Ilustraciones: Robert Dugarte