05 - 11 - 2020

“NO SOY COMPLETAMENTE LIBRE, ME SIENTO VIGILADA”


Al llegar a El Helicoide, le quitan el chip de su teléfono, aludiendo a un protocolo de rutina para ingresar a este organismo de seguridad. Le toman las huellas dactilares, una fotografía con un cartel que dice el número de su cédula de identidad. Ella pregunta incesante: “¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieren saber?”. Así empieza una seguidilla de entrevistas ante funcionarios de distintos rangos, siempre increpándola con las mismas preguntas: “¿Eres directora en Embajadores Comunitarios? ¿Conoces a los otros directores? ¿Dónde están? ¿Conoces a Víctor Navarro? ¿Qué hacen en la organización? ¿Quiénes son los donantes?”.


En la tercera ocasión graban la entrevista con un celular “a ver si le gusta al jefe” y es entonces cuando le preguntan por su afiliación política: “Si te sirve no pertenezco a ningún partido político, a ningún movimiento político, no soy activista política de ninguna naturaleza, ni siquiera del centro de estudiantes de la universidad”, responde irritada.

La llevan a una pequeña oficina. No hay luz natural. No sabe qué hora es. En este lugar, Geraldine permanece casi dos días, “pasé por todo el espectro de emociones humanas en menos de 48 horas”. Cierran la puerta con llave, escucha voces, llama, no responden. Está furiosa, indignada, asustada, desesperada. Llora, grita, pega el oído a la puerta a ver qué puede oír, finalmente se duerme. De vez en cuando entra una funcionaria que al parecer ha sido designada para custodiarla, le deja comida sobre un escritorio. Le dice que se tranquilice pues pronto vendrá el comisario a conversar con ella. Llega una médica a tomarle la tensión, nunca la mira, no le habla. Al finalizar el reconocimiento, le presenta un informe y es cuando descubre atónita que el lugar destinado para su firma dice “privada de libertad”. Se enfurece, no entiende, se niega.

Textos: Carmen Alicia Mendoza/Ilustraciones: Robert Dugarte

Comunicado conjunto COFAVIC-OMCT